17 octubre 2006


“Conocer al diablo es destruirle”
San Ignacio de Loyola

La humedad decepciona por su insistencia. El calor es familiar pero se trata como de un primo en segundo grado, pues a pesar de ser parientes, hubo episodios de la infancia que no compartimos y por lo tanto tan amigos no podemos ser.

Es increíble como la comunicación puede tener patas tan largas. Como una tarántula mutante de terciopelo sobre un terrón de azúcar. No se mueve por hambre, se mueve como estirarse después de la siesta, sólo por inercia, porque nada más sabe hacer.

Aquí cualquier imagen nueva parece una ilusión, pues es tal el descontexto que si quieres puedes jugar a ser un alienígena dejado sin querer en esta orbe en miniatura. Puedes recolectar desde pequeñas piedras hasta hazañas sexuales internacionales, puedes acarrear desde nuevas palabras para denominar las vulgaridades del entorno hasta una madeja de líneas de humo perfectas en el cielo (que dejan los aviones comerciales). En fin, se sigue viendo mejor a través de los agujeros de las tijeras: se recolecta con la arbitrariedad del relámpago, pues la palabra ‘libertad’ está escrita en la punta de cada zapato.

Hoy al despertar arrojé un balde de pintura al techo, quedó, en todo caso, más pintada mi cabeza que el mismo techo.. luego observé que había una cámara de seguridad en una esquina de la pieza, la cual tomé, conecté a la hebilla de mi correa y salí con ella a la calle. Percibí enseguida un miedo terrible en la gente, pues ni aquí ni en ningún lugar debería permitirse la curiosidad asqueada, es decir, la curiosidad que espera lo peor de las personas. A esos tipos venenosos que pasean con guantes quirúrgicos en los pies deberían azotarlos a todos contra los semáforos dispuestos para ello. Yo esa tarde me sentí un mierda, arranqué la cámara de seguridad, la aplasté con un letrero que había tirado y seguí.. me recosté luego en el pasto y dejé que las hormigas me mordieran el interior de las orejas.

Desde esta posición autoflagelante recuerdo... yo tenía algo que decirte, que olvidé. Los apuntes no se coordinan con el relleno absoluto. Yo te digo, estimada amiga, que pasado mañana retornaremos a Sinsentida, te deleitarás en rituales ajenos y te podrás -al fin- quedar con la idea que quieras.

No puede haber poema alguno todavía, porque los poemas son de fuego o no lo son. Y ya la fogata fue apagada con la primera meada. La actuación preliminar fue como la vuelta de reconocimiento que se da en la Fórmula 1. De haber nuevos poemas ahora serán todos de Guerrilla Incontrolable, donde las alas sean de cera derretida y no sirvan para nada. De haber nuevos poemas ahora, tendrán el idioma nuevo de la acción (sin cámara y poca luz). La banda sonora tendrá la juventud y el riff eléctrico de la transcordillera. La Belleza será el aderezo no percatado en el café de la mañana (cuando lo haya). No puede haber poema alguno todavía, ni tal vez lo haya, porque ahora la reacción es de otro tipo. La tortuga Galápago es aquí un buen parámetro para la persistencia. La cotidianeidad mantiene su color de sábana manchada con vino pero aquí las risas suenan un poco más estruendosas (parece que no hubiera pared alguna entre el aquí y el infinito). Esto se transforma en un ferrocarril y se debe estar muy dispuesto para el arrebato (que aquí es tan común como un mojón de perro en la calle). La explosión es típica y necesaria como correr las cortinas para ventilar tu habitación podrida desde anoche.

Sin querer (estaba yo pelando un tomate), con el cuchillo cocinero rajé por la mitad una manzana verde de un sólo corte. Creí ver en ese corte certero una simetría tal a la del océano. Creí percibir el placer del déspota aquel que inventa cosas que nadie le ha pedido pero que él sabe que hacían falta.

“Allí donde otros exponen su obra yo sólo pretendo mostrar mi espíritu.
Vivir no es otra cosa que arder en preguntas. No concibo la obra al margen de la vida.
No amo en sí misma a la creación. Tampoco entiendo el espíritu en sí mismo. Cada una de mis obras, cada uno de los proyectos de mí mismo, cada uno de los brotes gélidos de mi vida interior expulsa sobre mí su baba”
Antonin Artaud