15 octubre 2007

La verdadera anécdota de la oreja:


pero claro, como nunca he tenido abogados, ni los tendré, será sólo una cosa de decir la verdad. Pues, según lo que yo sé, Gauguin esa noche estaba afeitando a Van Gogh, como buen compañero de piso, como su amigo, de pronto le pasó a llevar la oreja derecha, se asustó, colapsó, huyó.. Vincent calmado la recogió, se curó, se vendó, envolvió la carne en un pedazo de tela y la fue a dejar al lugar donde seguro estaba Gauguin, en el puticlub del pueblo.. se la fue a regalar a Gauguin, pensó que él la quería más que él, y Vincent no era ningún egoísta, todo lo daba, lo que le pedían, lo daba, aunque no le pidieran nada, todo lo daba.