12 septiembre 2007

Eufemismos y desdiches


Retrocede, avanza, engulle, saluda, canta, deteriórate, atraviesa el aire.. pues, aunque no sepa del todo qué cosas te podrían satisfacer, continúo con la dulce (casi dulce) melodía para adormecerte los ojos. Y no sólo eso, sino que puedo incluso bailar en tu tejado, comer a todos los gorriones y salpicarte de mi pimienta; pero cuando los otoños se vuelven comunes, y cuando las estaciones son poco venideras, y cuando se rompe el statu quo de tus infinitos, o cuando encontramos más falencias que verdaderos vestidos rojos.. todo se vuelve sinuoso, un poco estrafalario, un poco como si se tratase de una antigüedad. He ahí el dilema, y he aquí una explosión.

Cuando regrese por un período breve a mi cuartucho en el infierno, trataré de escribirte y explicarte la textura de estas nuevas voces, y el roce de la mirada que ahora extraño, esa demoledoramente amable que te había comentado. Cuando alguien es demoledoramente amable, ya no queda mucho por hacer. Por el momento, no se sabe muy bien donde está el imposible lindero de la libertad ganada.

Hace mucho tiempo que me encargo de desencadenar avernos, como Charles me mostró un día, pero esa noche nada supe, sólo intuí, pero fue todo lo contrario al modo como te llega una sombra.

Pero, estas sí que son hojas para escribir cartas: me he encontrado con que un estacionamiento no era tal y con que una -una sola- pesadilla de cristal se transmutó a una fecha específica. Te parecerá muy raro tal vez, pero aunque vengas de un pueblo o de una esquina casi abandonada, el karate será una cosa del espíritu y los incendios no tendrán dueño.

Venimos muy dispuestos a dar la pelea, aunque la pelea consista en confeccionar tortas de cumpleaños sin cumpleaños, pero nunca con un cigarro y un lápiz en la misma mano. Esto quedaba demostrado con la siguiente indicación de nuestro entrenador: “Lo importante es que juegues en el bosque, que sepas distinguir y distinguirte en medio de la estepa, más bien que percibas cómo se devolverá la ola, y si miras atrás, y ves la razón, sepas que nunca fuiste una canción, o un nombre nuevo..”

Si hubiera una sola respuesta y una sola pregunta, tampoco malgastaría el tiempo en intentar cerrar un tema. Sólo espero no haber influido en la enfermedad mortal del vecino (que se muere). Porque esto es una enfermedad mortal, es una bulla necesaria. Tal vez como un bostezo eléctrico. Quizá también un derroche de normalidad. Como siempre, cada día es necesario algo parecido al colapso donde todo de nuevo retoma su camino. Por mi parte me involucro en los trastornos. Rocas, leones y una muerte tranquila. Pero no hay rocas, sólo leones en los sueños. El peligroso sigue siendo el ángulo desde donde quieras disparar. Ahí está todo el peligro desnudo, tal como más te gusta.

Sólo unas cuantas cosas, todo lo que no sea previsible, en esos instantes donde se inmiscuyen estratagemas y solsticios color de tu playa negra,,, porque es normal que se nos olviden cosas, a todos nos ocurre, es normal que los ejercicios aleatorios sigan siendo aleatorios, pues sería una desencajada total el hecho de complicarse la vida más de la cuenta, sí. Eso es lo que ocurre, no hay los apogeos suficientes, siempre quedamos ‘defichentes’, lamento no contar ahora con todas las pseudoherramientas, yo sólo ahora trastoco tu memoria, pero la fe se pierde, se consterna, me desvío en tu corazón, me quedo en una amalgama de rocíos y lentitudes, ninguna me tranquiliza, puede que aquí haya una confusión pero es mejor que nada. No hay nada convincente, no hay delineación con marcador; un malestar, una intriga, un colapso, no! no hay colapso alguno, los colores desagradables seguirán siéndolo en un siguiente día, o sea, podís pasarte todo el día echado en la playa, así como si nada, sólo asegúrate de no llevar tus percances visuales.