
A Picasso, hasta los que le detestan, le soportan, porque nunca usa el talento. Sólo usa el genio. Sus obras nunca son pensamientos. Son actos.

balas, bolsas de té y también de basura, bombas molotov en espacios reducidos, tortas de cumpleaños sin cumpleaños, budismo punk aplicado, gastronomía especializada en días domingo, fútbol como extensión de una utopía y análisis semántico de fotografías en movimiento y estáticas. Por lo pronto, lo estrafalario deja de serlo: al levantar la lápida efectivamente ves el mar que Vicente te había dicho.