Uf,
espero poder ver el 6to día,
sobretodo por no saber nada de los antepenúltimos,
suele suceder:
deportes aleatorios, salpicaduras de mercurio en la retina, así x ser, cuando de papagayos y estrellas fugaces se trate, con quemaduras de viento en la cara o gotas rojas en algún estropajo, que recuerdan que la tierra de tus zapatos no es una casualidad y que se puede tanto visitar el futuro como ignorar el pasado.
O simplemente seguir destruyendo todo, darle nombres indecibles a la indecible.. o lanzar al aire una maldición de cartón piedra, para ver a continuación caer las rocas sobre mis espaldas de mimbre... aaahhh, qué alivio, se me estaba atrofiando un nudo en la torpeza, se me estaba olvidando el modo cómo había que descargar la pistola cuando no se necesita matar como rutina complementaria, sólo x buscarle la 5ta pata al gato encerrado.
Mmmm.... de nuevo quedaba pegado, pues me acerqué demasiado a ese tipo de piel blanquecina que me adormece aún cuando cabalgue los trineos del infierno, y pues que tenía cierto sabor a miga de pan remojada en leche chocolatada al amanecer de torpe domingo en casa de playa; pues que no todo debe ser un poema, porque los poemas deben ser de fuego o no lo serán, todo lo demás es agua, es rocío, es escarcha o es saliva, y todos sabemos que eso a nadie le interesa, se cae en el pasatiempo, se cae en la forma de prepararse un pan por la tarde o en la mañana, o saber leer, pero no como aprenden los niños en el campo porque eso es maravilloso, y en este tipo de estupideces confesionarias no hay nada de maravilloso, pues la Magia ya la hemos perdido hace siglos luz, la extraviamos bajo rocas de madera o nos la robaron con desprecio algunas damas casi-poetizas que sólo querían tener en su conocimiento las estrategias del Azar para ‘comprender’ la poesía, cómo que si hubiera que tenerlas, y yo, con cuanta Idiotez seguí cayendo en barrancos rosados, amarillos, fucsias, rojos en su mayoría, todos agrios por lo demás, pero todas de lindos ojos eso sí.
Bombo x corazón (cuadriculado), x vestimentas, una pregunta y un rechinar de ojos; quién sabe qué hay que responder, dónde el tejado en el cual fue a dar nuestro último dibujo, cómo era el juego de salón estacionario con el cual encontrábamos todo bueno y sabroso; palabras pesadas y suspiros de vapor, un transporte simultáneo que no lleva a ningún lugar, la noche está ácida pero mi vaso siempre lleno, salgo a caminar por la neblina y lo único accidental y recurrente es tu imagen atrofiada por el mandril desconocido y grandilocuente, percátome de estar descalzo, continúo la inspección y en realidad no estaba, digo: no estoy en verdad; en otro continente quedaron las risas de mermelada hoy sólo se huelen las de porcelana y su destrucción en ningún piso se hace audible; en una oscuridad de sarcófago se detuvieron algunos resquicios de mala intención; vi, por vez tercera, el modo cómo había que comportarse en situaciones de cierta etiqueta, comprobé, por vez septuagésima, las cosas que nunca debí omitir mucho menos cometer; la vacuidad de la vista no fue infalible y un pedazo de imagen bastó para retroceder hasta sus manitos blancas, y todo cayó por su propia liviandad; cada pieza, al conocer su destino predestinado se largó a reír, sólo hizo una mueca de color y se fue al primer pantano fragante que con esfuerzo supo encontrar: supo entonces (!!) lo que era el sacrificio y brindó x los nuevos descubrimientos que trae cada día menospreciado.
Ya estaba allá arriba ↑: se nos caducó la Magia, la desperdiciamos toda en trucos grandilocuentes y sin público, me acostumbré a la sangre sin encontrarle ni darle ningún sentido estricto, sólo como placibo para los ojos, así como hormigas en busca de granos de azúcar o de lo que venga, pues el invierno es igual en todas partes, no importa cuanta lluvia carguen nuestros zapatos. Sí y No, da lo mismo, las balas dejarán los mismos recuerdos salados donde tengan que dejarlos, las manos lindas de señora de campo sólo para mí tendrán significado, le dispararé a Vicente entre un planeta y dos estrellas pues no quiero seguir cayendo como me aconsejó algún día, quiero poner ambos pies en la arena caliente y seguir disparando pero ahora balas de hielo a todo lo que no se mueva; disparar, disparar y disparar, luego, cargar de nuevo mis nueve balas y seguir disparando, que estos bailes son los que más me gustan.
espero poder ver el 6to día,
sobretodo por no saber nada de los antepenúltimos,
suele suceder:
deportes aleatorios, salpicaduras de mercurio en la retina, así x ser, cuando de papagayos y estrellas fugaces se trate, con quemaduras de viento en la cara o gotas rojas en algún estropajo, que recuerdan que la tierra de tus zapatos no es una casualidad y que se puede tanto visitar el futuro como ignorar el pasado.
O simplemente seguir destruyendo todo, darle nombres indecibles a la indecible.. o lanzar al aire una maldición de cartón piedra, para ver a continuación caer las rocas sobre mis espaldas de mimbre... aaahhh, qué alivio, se me estaba atrofiando un nudo en la torpeza, se me estaba olvidando el modo cómo había que descargar la pistola cuando no se necesita matar como rutina complementaria, sólo x buscarle la 5ta pata al gato encerrado.
Mmmm.... de nuevo quedaba pegado, pues me acerqué demasiado a ese tipo de piel blanquecina que me adormece aún cuando cabalgue los trineos del infierno, y pues que tenía cierto sabor a miga de pan remojada en leche chocolatada al amanecer de torpe domingo en casa de playa; pues que no todo debe ser un poema, porque los poemas deben ser de fuego o no lo serán, todo lo demás es agua, es rocío, es escarcha o es saliva, y todos sabemos que eso a nadie le interesa, se cae en el pasatiempo, se cae en la forma de prepararse un pan por la tarde o en la mañana, o saber leer, pero no como aprenden los niños en el campo porque eso es maravilloso, y en este tipo de estupideces confesionarias no hay nada de maravilloso, pues la Magia ya la hemos perdido hace siglos luz, la extraviamos bajo rocas de madera o nos la robaron con desprecio algunas damas casi-poetizas que sólo querían tener en su conocimiento las estrategias del Azar para ‘comprender’ la poesía, cómo que si hubiera que tenerlas, y yo, con cuanta Idiotez seguí cayendo en barrancos rosados, amarillos, fucsias, rojos en su mayoría, todos agrios por lo demás, pero todas de lindos ojos eso sí.
Bombo x corazón (cuadriculado), x vestimentas, una pregunta y un rechinar de ojos; quién sabe qué hay que responder, dónde el tejado en el cual fue a dar nuestro último dibujo, cómo era el juego de salón estacionario con el cual encontrábamos todo bueno y sabroso; palabras pesadas y suspiros de vapor, un transporte simultáneo que no lleva a ningún lugar, la noche está ácida pero mi vaso siempre lleno, salgo a caminar por la neblina y lo único accidental y recurrente es tu imagen atrofiada por el mandril desconocido y grandilocuente, percátome de estar descalzo, continúo la inspección y en realidad no estaba, digo: no estoy en verdad; en otro continente quedaron las risas de mermelada hoy sólo se huelen las de porcelana y su destrucción en ningún piso se hace audible; en una oscuridad de sarcófago se detuvieron algunos resquicios de mala intención; vi, por vez tercera, el modo cómo había que comportarse en situaciones de cierta etiqueta, comprobé, por vez septuagésima, las cosas que nunca debí omitir mucho menos cometer; la vacuidad de la vista no fue infalible y un pedazo de imagen bastó para retroceder hasta sus manitos blancas, y todo cayó por su propia liviandad; cada pieza, al conocer su destino predestinado se largó a reír, sólo hizo una mueca de color y se fue al primer pantano fragante que con esfuerzo supo encontrar: supo entonces (!!) lo que era el sacrificio y brindó x los nuevos descubrimientos que trae cada día menospreciado.
Ya estaba allá arriba ↑: se nos caducó la Magia, la desperdiciamos toda en trucos grandilocuentes y sin público, me acostumbré a la sangre sin encontrarle ni darle ningún sentido estricto, sólo como placibo para los ojos, así como hormigas en busca de granos de azúcar o de lo que venga, pues el invierno es igual en todas partes, no importa cuanta lluvia carguen nuestros zapatos. Sí y No, da lo mismo, las balas dejarán los mismos recuerdos salados donde tengan que dejarlos, las manos lindas de señora de campo sólo para mí tendrán significado, le dispararé a Vicente entre un planeta y dos estrellas pues no quiero seguir cayendo como me aconsejó algún día, quiero poner ambos pies en la arena caliente y seguir disparando pero ahora balas de hielo a todo lo que no se mueva; disparar, disparar y disparar, luego, cargar de nuevo mis nueve balas y seguir disparando, que estos bailes son los que más me gustan.